CIELO DIFUMINADO
- Huevos Cordobeses
- 12 dic 2023
- 2 Min. de lectura

Líneas, trazos y sueños difuminados en una hoja formaban la imagen precisa de los sentimientos que en ese momento desplegaba su ser.
¿Qué es eso, Liv? -Su maestra sorprendida preguntó al ver la hoja de su cuaderno.
-No, nada, simples trazos y figuras.
Qué bello cielo creaste hoy! Pero ¿sabes una cosa?, no estamos en clase de arte. Así que dame esa hoja y presta atención a la clase, que nada te cuesta.
Liv se resistía a entregar su dibujo. Sentía que le arrebataban un trozo de su alma, pero finalmente desistió en su lucha y dejó que su maestra se lo llevara y guardara en el cajón del escritorio, donde se uniría a la gran colección de nubes, estrellas, soles firmamentos hechos por Liv durante todas las clases pasadas.
Al finalizar la clase, la maestra llamó a Liv (como era costumbre) darle una severa cátedra de lo importante que era prestar atención en clase y de lo malo que era dibujar en ella. Liv hacía como que comprendía y prometía no volverlo a hacer, pero al día siguiente era lo mismo.
Nadie comprendía su afición tan grande por el dibujo. Se dormía hasta altas horas de la noche haciendo dibujos de nubes y estrellas con su acuarela (lo cual, según su madre, no era nada saludable para una niña de su edad).
Sus líneas, trazos y figuras se habían ido perfeccionando con el tiempo. Ya no necesitaba observar el firmamento para poder dibujarlo, era una experta a pesar de ser tan pequeña.
Pero cierto dia en particular no se le vio dibujando en clase (algo increíble e inédito en Liv, algo andaba mal). Un compañero extrañado preguntó:
-¿Qué te pasa? ¿Estás enferma o qué?
Liv sin hacer comentario alguno siguió observando hacia la ventana del salón.
-¿Qué, estás sorda? Te acabo de preguntar algo y no contestas.
Liv, con la mirada perdida, hacía caso omiso de su interlocutor, hasta que éste desistió y se fue. Así pasó con cada niño entrometido tratando de saber, hasta que la maestra llegó:
-¿Qué, se te acabó el cuaderno? Dime, ¿qué es lo que te pasa?
¡Niña, responde!
Como si nadie le hubiese hablado y el tiempo detenido, Liv seguía perdida.
Livy, por favor dime algo; me estás preocupando.
Su maestra desesperada no encontraba la manera de hacerla reaccionar; la tomó de los hombros y la movió, le sopló a la cara con su cuaderno, no sabía qué más hacer... No pudo hacer más, nadie pudo hacer nada.
En su cuaderno se hallaba un dibujo sin terminar; era un cielo azul, con nubarrones blancos difuminados en el horizonte y un sol radiante que salía de entre las nubes. En una de las esquinas se encontraba una pequeña niña intentando volar.
ARGELIA PONCE MALAGÓN