UN ABRIGO DE NAVIDAD
- Huevos Cordobeses
- 12 dic 2023
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Todo iba y venía. En las calles todo era un completo andar. Los autos, la gente, las compras, la multitud de nubes por la mañana, el ritmo de la lluvia por la tarde, y la fría neblina de cada noche.
La calle era una típica escena navideña a tu vista, a tus oídos también: cada establecimiento con música, carteles de ofertas, y colores rojos y verdes y dorados, y abetos y lucecitas y estrellitas... Los olores. En la calle se respiraban los suspiros que la gente olvidaba al encontrar lo que necesitaba.
No con todos ocurría así. No todos iban y venían, no todos corrían abrigados y con
bolsas grandes, no todos hacían sonar su claxon al echar a andar el auto. Cuánto ruido, cuánta prisa y qué rica brisa.
Un día de diciembre sin lluvia, sin frío, no es de diciembre. Pero un día de diciembre sin prisas y sin un abrigo acogedor sí puede serlo. Los niños en su casa esperan la cena viendo la tele, recién bañaditos, oliendo a agua de colonia de naranjo, con chapitas en sus mejillas por el calor de la sala, corren a la cocina y pillan algún alimento, así son ellos. La Navidad está en casa, en espera del señor Santa Clauss.
Los jóvenes disfrutan el frío en las posadas, en esas fiestas paseando por el centro de la ciudad, haciendo compras de regalos para intercambiar con sus amigos, y aunque esto suene común para la mayoría de ellos, es especial porque así viven la Navidad, para unos, bastante conmemorativa, para otros no tanto; para algunos no representa algún tipo de conmemorativa, para otros no tanto: para algunos no representa ningún tipo de unión, de regreso y reencuentro.
Cada ser le otorga el significado que en su vida tiene por sí solo. Mijail esta noche corre de prisa por la calle con una sola razón, busca el regalo ideal para su estrellita, lo busca en cada tienda y pronto lo va a encontrar, pues su corazón no se ha detenido, corre tras su propia esperanza y así suele ocurrir cuando un hombre se convierte en papá, cuando los papeles cambian en el escenario celestial -aquí en la tierra- y el niño que en algún tiempo observó en los demás su motivo de Navidad, corre entre la densa neblina para encontrar un detalle para su pequeña niña.
Cuántas noches Mijail soñó con este momento, que su corazón es el que más retumba al pasar. De niño estuvo sentado aquí, donde me encuentro yo, observando simple mente, no teniendo ningún espacio en el mundo de los hombres, y es que para ellos todo se convierte en un ir y venir, en una fecha comercial, y sólo cuando logramos encontrar el cobijo de otro corazón con el cual compartir una canción, todo cobra su matiz, la vida tiene una nota especial. El abrigo de nuestras lágrimas fertiliza algún lugar en particular de nuestro ser donde crecen noches buenas que algún día viviremos...
Mientras tanto, el niño continúa sentado en el escalón, observando, con sus tímidas manos unidas y su nariz fría, con un abrigo de tela vieja y dura y sucia, y unas gotas que iluminaban sus pupilas que guardan la esperanza de una estrellita en su vida, alguna noche en que la Navidad no sea tan fría.
SOFÍA BELEM VILLEGAS RIVERA